Esas ramas no se pueden arrancar de raiz...
La maleza vuelva a germinar de dentro de las mismas raices...
Me agarro y desgarro la espalda con mis garras que apenas creen que ya han arrancado todo no termino de respirar cuando vuelven a aparecer
Se me desgarra la frente y la espalda... y a pesar de las flores y las metáforas de las sonrisas, en una esquina pequeña, enmohecida y poco visible hay una ánfora maldita que en su tiempo debe haber sido un tesoro maravilloso tomado por 4 manos, ahora guarda bajo capas de polvo, las semillas de las que me cuesta zafarme...
Busco dentro de mis propios jardines las ánforas que yo mismo puedo haber dejado, y se precipitan a mis ojos desconcertados la invisibilidad de ellas, quizás los dueños no las vemos...quizás las ánforas propias por la fuerza de la costumbre, de haber ido atesorando nuestras esperanzas, nuestros cariños, nuestros anhelos más profundos de no seguir más solos a pesar de la cruel ley de la entropía universal, quizás a pesar de todo eso se vuelven invisibles a nuestros ojos, pero las vamos llevando donde quiera que vamos y quienes están a nuestro lado las pueden ver sobre nuestras espaldas y nuestra frente...?
Siento el poder del cordón umbilical tirar fuertemente, hay algo que no logro desentrañar, no entiendo si esto tiene que ver con las waletas mágicas desgastadas, puede ser...
Deberé descansar un tiempo....
y mo mirar tal vez?
y si dejo que crezcan las matas de malezas, serán tan malas como parecen?
qué puedo perder?
He decidido al final de esta confusa reflexión sacar las raices de mis zapatos para caminar bien... si yo actúo con prudencia, con justicia, con bondad, con amor por el prójimo, lo justo es que nada ni nadie me haga daño per se, y si algo o alguien me daña, no será su intención real y las almas se afectan por las intenciones y no por los hechos mismos. Eso yo lo sé. Me gusta ser libre, caminar libre, esa libertad que tiene que ver con la soledad...
Todo es una extraña calma...
