Wednesday, May 05, 2010
las tardes de otoño
mi abuela hervía las abejas hasta darles un dorado imposible, las metía a la olla completas con aguijón y todo, mis hermanos revoloteaban alrededor en la gran cocina, mi hermana hacía un columpio con su propia trenza y yo me escondía debajo de la mesa a esperar que los gatos hambrientos se fueran y eso sólo ocurría cuando las abejas estaban en su punto. otras veces me iba de la cocina y me metía debajo del piano donde mi madre me había engendrado con mi padre y me quedaba ahçi sintiendo aquel calor protector..
"ya está listo" - graznaba la anciana sin dientes y todos corrían en busca de las conchas de caparazón de tortugas, a escoger los más grandes para que cupiera la mayor cantidad del escaso dulce, yo esperaba a que comenzara a ponerse el sol y el cielo quedara del mismo color del dulce de abejas, era ahí donde estab su real punto, su sabor excelente y mientras todos sorbían los restos con alas y patas y lancetas, yo comenzaba a paralizarme por el primer sorbo del dulce más dulce de la tierra
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3 comments:
Son hermosísimos textos, qué mundo, cómo fluye libre y se asocia una imagen a otra para atraparnos allí.
Bello e inquietante.
Gracias por tu valiosa opinión. lila voy a empezar a escribir algo escénico me gustaría contar con tu presencia de alguna forma... contactémonos. abrazos
Las abuelas son seres excepcionales. Mi madre podría haber sido mi abuela (soy el séptimo hijo y nací de rebote); imagínate la mezcla: madreabuela o yayamami. Un pozo sin fondo de sabiduría.
Me gusta tu blog y me gustó que te gustara mi texto. Un abrazo.
Pd: en facebook me puedes encontrar como Jorge Weling, allí tengo enlaces con fotolog donde cuelgo más textos, por si te interesa. Ahora no tengo tanto tiempo para escribir pues ya llevo varios años aprendiendo a tocar la flauta travesera. También canto en el coro del conservatorio. Espero que todo te vaya bien. Sigue trabajando con ilusión.
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