Tuesday, January 20, 2009

...una noche...


...ellos vivían en la casa de enfrente, esa casa negra y angular...
...yo los miraba a veces entre las flores de mi jardín... mi madre me tenía prohibido siquiera mirarlos... yo los miraba entre las flores de mi jardín... entre las antonias azules, las lucías rojas como el fuego, las enriquetas verdes abrazadas a sus propias hojas carnosas y estériles...

yo los miraba como sonreían a los ídolos multicolores, como comían carne roja y miraban al atardecer con furia... yo miraba el atardecer enternecido por el almíbar del cielo... en ese entonces yo no sabía que mi vida pendía de un delicado hilo, de un hilo de brisas...

...un día los de al frente tuvieron fiestas y para esos menesteres cocinaban comidas especiales, todas hechas de mariposas... se comían las alas, las patas y las antenas como confituras como si fuesen sonrisas de gatos desesperados... confitaban las alas y crugian en cada mordida...

... un día fui imprudente...un día me vieron entre las ramas y las hojas de las alicias fragantes y enormes, estiraron sus brazos como trompas de elefantes y sus garras atraparon mi carne... yo gritaba sin emitir sonido alguno, mientras mis hermanos jugaban en el patio en sus juegos absurdos y arrogantes, no me miraban, no me vieron partir a la casa de enfrente...

intenté como pude de zafarme de aquella agonía trepidante, me agarré de las alicias, de las antonias azules y conmovedoras, de las lucías como planetas de fuego, me agarré de las enredaderas mandragóricas, pero nada surtió efecto... y de pronto me encontré entre una familia extraña compuesta por animales...

ratones, perdices, peces, comían del banquete, y tuve que unirme y comer insectos confitados, y sentía como aquello áspero cruzaba mi garganta...

sentía a mi madre llamarme por la ventana...sentía su voz como un filo de vidrio... y yo, que no podía defraudar a mis vecinos, tragaba patas de alacrán dulces como el azúcar y amargas como el vino...

la noche llegó con más estrellas que nunca, estrellas que gritaron al universo sus edades metafóricas... yo las escuché arrinconado en silencio mientras el convite terminaba y los vecinos se dormían... cuando la noche se había apoderado de toda la casa negra, reventé en una corrida tan violenta como los pétalos de las marianas rosadas y sus semillas avinagradas, corri entre las setas y los hongos nocturnos, corrí entre las uñas de las ramas más altas y crispadas del cerco que dividía ambas casas...

llegué a mi casa mientras mi madre dormía, mi abuela cantaba una ronda infantil con azafranes en su cabeza, y mientras mis hermanos abrazaban en dulce sueño sus pelotas doradas... recogí mis ropas, tragué como pude la última pata de insecto confitado, me recosté en mi cama a recordar la tarde llena de eventos fantásticos...

se me antojó un hongo azul...me levanté silencioso a la cocina, abrí la puerta y miré el patio alumbrado por una luna rebelde, vislumbré entre las ramas de los ortotis la luz mortecina de la ventana oval de la casa negra de donde ellos vivían caminé silencioso entre las ramas, cogí unos hongos azules y brillantes y me los heché a la boca con violencia inusitada, su sabor amargo inundó mi paladar, y lleno de de imágenes volátiles mi vista oscura...

entre a la casa maternal y segura... recogí la manta de mi cama...y juré nunca decir ni contar a nadie la violencia de la que había sido víctima

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